Ayelén Caparra
You step out onto the street with your grocery bag in hand. It's a sunny day, and you can hear the laughter of children playing in the nearby park. The breeze is delightful, a welcome relief from the day's heat. You close your eyes for a moment and smile. As you continue walking, you encounter your neighbor Delia, sitting in her wicker chair on the sidewalk next to her front door, drinking mate.
"Hey, how are you?, haven't seen you in days, kid." It doesn't matter that you're almost forty, to Delia, you're still "the kid." "You know how it is, Deli, work never lets you go. I've been running around, working double shifts to make a little extra cash," you reply, and she looks at you with understanding and something more. "Here, kid, take this, it'll do you good, it has chamomile, it helps with nerves, do you feel it?"
Delia prepares the best mate in the world. You're not sure if the secret is the chamomile from her garden or her grandmotherly hands, since everyone in the neighborhood calls her their grandma by consensus. You thank her and continue walking to the market. You promise to come back and tell her the latest gossip from work on your way back. You would have loved to have a grandmother like her, and every moment you can spend together is a memory you treasure deeply.
Salís a la calle con la bolsa de los mandados en la mano. Es un día soleado y se escuchan las risas de los nenes jugando en la plaza de en frente. La brisa es maravillosa, una manera de refrescarte un poco después de tanto calor del día. Cerrás los ojos un instante y sonreís. Seguís caminando y te encontrás con tu vecina Delia, tomando mates en su silla de mimbre, en la vereda al lado de la puerta de su casa.
“Nena, ¿cómo estás, tantos días sin verte?”. No importa que tengas casi cuarenta, para Delia sos “la nena”. “Y viste como es, Deli, el laburo no te suelta. Anduve a las corridas, haciendo doble turno para ganar un mango más”, le respondés y te mira con un gesto de entendimiento y algo más. “Tomá, nena, tomá, te va a hacer bien, tiene manzanilla, ayuda para los nervios, ¿sentís?”.
Delia hace los mejores mates del mundo. No sabés si el secreto es la manzanilla de su jardín o las manos de abuela de todo el barrio, apodo que se ganó por consenso absoluto. Le das las gracias y seguís caminando al mercado. Prometés volver y contarle los últimos chismes del trabajo a la vuelta. Te hubiera encantado tener una abuela como ella y cada momento que pueden pasar juntas es un recuerdo que atesorás enormemente.